José Narvaiz renueva como entrenador del equipo de fútbol sala de Segunda B tras una temporada encomiable
Fue el conjunto revelación de la primera vuelta, aunque, después, las lesiones y la tensión le pasó factura, lo que les hizo acabar en un meritorio octavo puesto
Para un equipo recién ascendido, mantenerse en la categoría siempre es el objetivo prioritario para esa temporada. Con ese propósito en mente, el equipo de fútbol sala de la S.C.D.R. Anaitasuna que en esta pasada campaña comenzó en Segunda B empezó a desplegar su juego y su buen ánimo. Y poco a poco, casi sin darse cuenta, acabó la primera vuelta como el equipo revelación, con opciones claras, incluso, de colarse en el play-off.
Sin embargo, a mitad de la segunda vuelta, la concatenación de lesiones, un parón a consecuencia de la Covid-19 y la presión por verse en la parte noble de la tabla, con la tentación también de relajarse, al verse cumplida la meta de librarse del descenso, condujo a que el conjunto bajara su ímpetu. Aunque, finalmente, terminó la liga en una muy buena octava plaza de 16. Un puesto muy meritorio para un equipo que iniciaba su camino en Segunda B.
Así lo resalta, al menos, su entrenador, José Narvaiz, que ha firmado la renovación para la próxima campaña, en la que desea que el equipo se asiente todavía más y que, si llegan opciones de conseguir algo más, la presión no les vuelva a pasar factura.
«La temporada, aunque pueda parece que ha sido fácil, en realidad ha sido dura. Tras el ascenso, sacar un equipo en Segunda B es bastante complicado, tanto en el tema económico como en el deportivo», explica Narvaiz, que lleva en el fútbol sala de Anaitasuna desde el 2011.
En estos 11 años, la sección de Fútbol Sala del club navarro ha protagonizado un incremento extraordinario. «Cogí el equipo siendo una cuadrilla de amigos y, poco a poco, fueron entrando jugadores con calidad y la sección se fue estructurando. Vimos que podíamos competir en Tercera División y, al final, con algunos retoques, pudimos ascender», relata.
Echando la vista atrás en esta última campaña, Narvaiz reconoce que arrancaron la temporada con el miedo característico del equipo que desembarca en una categoría nueva: «No sabíamos a lo que nos íbamos a enfrentar, pero, conforme fueron pasando las semanas, nos fuimos haciendo a la categoría y, a finales de octubre, experimentamos un gran subidón, tanto en juego como durante los entrenamientos, la competitividad, la intensidad…«.
Con ese arreón, el objetivo de la permanencia ya se metió en el bolsillo. «A partir de ahí, sí que es cierto que nos queda mal sabor de boca, porque, viéndonos arriba y en el play-off, sufrimos lesiones importantes y no tuvimos la confianza para mantener la tensión. Nos relajamos«, apunta.
No obstante, el técnico subraya que la temporada ha sido «de notable alto». «El puesto en el que hemos quedado no está nada mal para un equipo recién ascendido y, además, lo logramos abriendo bastante hueco con los de abajo y hasta los últimos partidos, tuvimos opciones de acceder al play-off«, resalta.
BUEN AMBIENTE
Tras este primer año en Segunda B, Narvaiz se queda, sobre todo, con el grupo que se ha hecho. «Ha sido lo que más fuerza nos ha dado -afirma-. Los jugadores han hecho mucha piña, quedaban para jugar al mus antes de los partidos, en los autobuses reinaban un ambiente buenísimo, tanto se hubiera ganado como se hubiera perdido… En lo personal, por otro lado, he aprendido muchísimo. No pensaba que el mero hecho de subir de categoría me iba a enseñar tanto«.
De cara a la temporada 2022/2023, el entrenador de Anaitasuna tiene claro que el objetivo fundamental ha de volver a ser la salvación, pero abre la puerta a que puedan llegar otras metas. «Depende de cómo vaya el equipo y de cómo terminemos ahora de conformarlo, iremos viendo si podemos o no mirar más arriba. Ahora mismo, tenemos muchas ganas de comenzar la pretemporada. Ilusiones no nos faltan», asegura.
Y, para terminar, manifiesta que, además de obtener la estabilidad con el conjunto de Segunda B, la sección está luchando por conseguir un propósito que es de máxima prioridad para ellos: lograr sacar un equipo femenino. «Las niñas han de poder ver que en Anaitasuna pueden jugar al fútbol sala, que sepan que aquí hay un equipo, que se animen y que prueben», añade.
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