Juanjo Equísoain, la estrella de la braza máster: «La gente piensa que, al pasar de los 65 años, ya no tienes ilusión, y ahora soy más competitivo que nunca»
El nadador de Anaitasuna, que volvió a competir tras un parón de 40 años, se ha colgado ya 11 medallas en campeonatos de España
Suele ocurrir a varios de nuestros deportistas máster que han obtenido más éxitos deportivos en su etapa en estas categorías de edad que durante su época de juventud. Este es el caso de Juanjo Equísoain Beriáin (Pamplona, 03-09-1954), que dejó la natación cuando la universidad le impedía disponer de tiempo para continuar con los entrenamientos y que, casi medio siglo después, ha logrado en tres campeonatos de España subir 11 veces al podio, dos de ellas para colgarse sendas medallas de oro.
Equísoain comenzó a nadar a los 12 años. Y lo hizo en un club que no tenía ni piscinas ni instalaciones deportivas. «Yo era socio de Osasuna, club que entonces no tenía equipo de natación. Y también de la piscina de la Caja de Ahorros de Pamplona, cuyo entrenador era Juantxo González. Cierto día, nos vio nadar a un compañero y a mí, y nos preguntó si queríamos estar federados. Como no éramos de ningún club que tuviera equipo de natación, él nos prometió que nos iba a buscar uno. Una semana después, nos dijo que ya nos lo había encontrado: Anaitasuna«, comenta. «Como en ese momento, ningún club disponía de piscina cubierta, todos entrenábamos, salvo en verano, en aquella piscina, ubicada ahora en el complejo deportivo Larrabide y que está bautizada como piscina Juantxo González, en honor a aquel entrañable entrenador», cuenta.
En esa época, estuvo algunos años nadando, pero lo tuvo que dejar cuando, con 21, los estudios universitarios le impidieron seguir sacando tiempo para los entrenamientos. Y eso que, incluso en algunos años de la carrera, estuvo nadando para el club universitario, ya que practicar un deporte allí le convalidaba la asignatura de Educación Física. «Acudí a varios campeonatos de España universitarios, pero en uno de ellos quedé el último y dije que hasta ahí, que no podía ser semejante deshonor», ríe.
El nadador pamplonés recuerda que, en su etapa de infantil, fue bastante bueno, ya que acudió a varias pruebas nacionales y estuvo seleccionado para entrenar durante un mes en Jerez con Jan Freese, posterior entrenador de la residencia Blume, en Barcelona. Sin embargo, al pasar a juvenil, su nivel bajó. Y cuando comenzó sus estudios universitarios, la carrera le absorbía todo el tiempo. «Fue una pena, porque tuve algunos compañeros que sí que siguieron y se vio que era la época en la que se desarrolla totalmente el cuerpo y se adapta mejor», reflexiona.
Regresó a la competición 40 años después, aunque fue después de que su compañero de equipo en la juventud, Mario Sánchez, el padre del responsable y entrenador de la sección de Natación de la S.C.D.R. Anaitasuna, Iñaki Sánchez, le insistiera durante varios años para que se integrara en el equipo máster. «Yo estaba muy a gusto sin ningún tipo de horarios. Pero Mario me lo pidió tres años seguidos. En el último, mi mujer me preguntó ‘¿por qué no pruebas?’ Y lo hice. Y pensé que me quedaba allí, en el intento, ya que habían cambiado completamente los entrenamientos y hasta las técnicas de nado de muchos estilos. Para mí, era algo nuevo», relata.
Equísoain recuerda cómo descubrió, por ejemplo, que en las series de 50 metros había cinco segundos de descanso. «¡Pero si eso es sacar la cabeza y volver al agua! -expresa-. Fui hasta al cardiólogo, porque pensaba que tenía todos los síntomas de un sobreentrenamiento». No obstante, siguió en ello. Y los resultados no tardaron en llegar. El primer año, no pudo participar en el Campeonato de España, al no poseer ningún tiempo acreditado, pero en una prueba posterior celebrada en Santurtzi, uno de sus compañeros, Ángel Elizalde, le indicó que, con el tiempo que había marcado, se habría quedado tercero en el torneo nacional.
Era así. Al año siguiente, no pudo subir al podio (fue quinto), pero, un año después, se desquitó, colgándose una medalla de oro en los 200 metros braza, tres preseas de plata en los 50 y los 100 metros braza, y los 100 metros estilos, y un bronce en una de las pruebas de relevos. Casi nada para alguien que, hasta hacía un par de años antes, había estado casi medio siglo alejado de las competiciones.
SIGUIENTES CAMPEONATOS
Tras estos magníficos resultados, llegó el parón provocado por la pandemia de la Covid-19. Cuando retornó a los campeonatos, era su penúltimo año en la categoría de edad, por lo que pensó que no podría obtener demasiados éxitos, al haber entrado nadadores nuevos. Pero se repitió casi por completo el palmarés: un oro y tres platas. La lástima para él ha sido el Campeonato de España de este 2023, en el que participó aquejado de un esguince, con dolor en un codo y tomando antibióticos al sufrir una infección. «Las condiciones eran nefastas -apunta-. En la teoría, estaba segundo en dos pruebas y, en las demás, cuarto y quinto, pero lo que logré fue quedarme tercero en dos y cuarto en las demás. Para las circunstancias en las que estaba y ser el último año de la categoría, no fueron unos resultados nada malos«.
Cierto es que, en esos 40 años de parón, este pamplonés no dejó el deporte de lado. «A la piscina iba muy de vez en cuando, pero me aficioné mucho al gimnasio. Ahora bien, no es lo mismo entrenar con fundamento que pasearte por la piscina», alega. Y, ahora mismo, se muestra muy contento, ya que en el grupo máster de natación de Anaitasuna (compuesto por una veintena de personas de gran variedad de edades), reina un ambiente magnífico y muy agradable. «No hay grupos separados por edades, sino que todo el mundo habla con todo el mundo y vamos juntos a las competiciones», anuncia.
En este sentido, defiende que el factor social es muy importante. «Es uno de los grandes atractivos que tenemos aquí en Anaitasuna. Fíjate que después habrá quien diga que la natación es aburrida. Si nadas solo, sí, pero si estás entrenando con un grupo, vas viendo los tiempos de los demás, si puedes llegar o no, hablas con los compañeros entre serie y serie… La gente no se puede imaginar lo que es vivir eso«, sostiene.
Esta afirmación se ve avalada por las cifras de participantes en los campeonatos de España máster. En el último, por ejemplo, participaron 1.650 nadadores, «una barbaridad», según expone Equísoain. «Como es lógico, la participación va disminuyendo conforme avanza la edad, pero sí que se nota que, cada vez más, la gente se va animando», manifiesta. Y existe una gran variedad de tipologías: «Hay personas que han entrado al grupo y que, a diferencia de algunos de nosotros, que competimos de jóvenes, nunca había tomado parte en pruebas. Por ejemplo, Paloma Jiménez, que era alumna de Marian Elío, de la clase de perfeccionamiento, y que se incorporó al equipo máster y que nada y compite muy bien. Y también tenemos a personas procedentes de otros deportes, como el triatlón, atletismo, balonmano y fútbol».
Además, resalta que cuentan con otra gran ventaja, la de disponer de una piscina en la que pueden entrenar tres días a la semana y el asesoramiento de un entrenador de la máxima cualificación (entrenador superior), Iñaki Sánchez, «que es muy paciente conmigo», añade. «Nos hace unas puestas a punto magníficas. Es un auténtico lujo y, desde luego, no nos podemos quejar de las condiciones que tenemos, porque son inmejorables», incide.
NERVIOS MÁS CONTROLADOS
Con ese sustento, parece lógico pensar que esté más ahora en la cresta de la ola que en sus años de juventud, en cuanto a competición se refiere. Pero también hay que mencionar que cuenta con otra baza, la de unos nervios mucho mejor controlados. «Nervios vas a tener siempre, pero, ahora, dentro de ese nerviosismo, lo vivo todo con más tranquilidad. No tienes esa presión que tú mismo te pones cuando eres joven. En aquella época, tenía miedo a mis adversarios y no dejaba de pensar en si me iban a ganar. Ahora, en cambio, calculo mejor las cosas, porque para nadar 200 metros hay que preparar una cierta estrategia, que ahora la puedo hacer, ya que antes nadaba a tope hasta que se me agotaban las fuerzas. Ahora, reflexiono más, tengo más conocimientos de mi propia fisiología y conozco mejor mis posibilidades», aclara.
Su carácter competitivo puede chocar con la idea preconcebida de muchas personas, tal y como indica. «Hay mucha gente que piensa que, por pasar de los 65 años, ya no tienes ilusión por nada, que ya se te ha acabado la vida laboral y que solo te queda el final de tu vida. Y, vale, tiene su parte de verdad, pero yo ahora mismo tengo tanta o más ilusión que cuando era joven. Y soy más competitivo, porque los nervios no me traicionan», resalta, al tiempo que rememora una ocasión en la que su entrenador creía que iba a batir el récord navarro infantil de los 400 metros libres. «Me entró tal miedo al ver tres cronómetros, tres cronometradores vigilándome, un montón de presión… Hice peor tiempo que en cualquier otra prueba. Pero eso ahora no me pasa», puntualiza.
Para rebajar la presión, el buen ambiente también influye. «En el Campeonato de España -expone-, tienes que estar media hora antes de cada prueba en la cámara de salida y hay que pasar un triple control. Media hora es mucho tiempo y, por eso, hablamos con todos los compañeros y te vas conociendo. Es algo muy agradable. Además, tú estás ahí para hacerlo lo mejor posible, no para ganar a nadie. Si te sale bien, pues mejor. Pero lo que te ilusiona es nadar«.
Esa sensación explica parte del auge que está experimentando el deporte máster en los últimos años, en el que se incluyen otros factores, como el de la salud. Para mostrarlo, Equísoain pone un ejemplo: «Tengo un amigo que tiene un año más que yo y que nada por el club Rivalia, de Calahorra. Empezó a nadar hace relativamente poco, porque tuvo una lesión de espalda y una operación de cadera. Comenzó en la piscina para hacer una rehabilitación por medio de la natación. Y se ha enganchado tanto que ahora lo nada todo, y la verdad es que nada muy bien. Él también está muy ilusionado», afirma.
UN MEJOR CUIDADO FÍSICO
Por otro lado, el nadador pamplonés hace hincapié en que practicar deporte a cierta edad te obliga a cuidarte un poco más y a no dejar llevarte por la vagancia: «A partir de los 40 años, hay una tendencia fisiológica a ser menos activo, a descansar más, mientras que, en los chavales, su tendencia natural es a hacer todo lo contrario. El practicar deporte de esta manera, teniendo entrenamientos sistematizados, te obliga a ir a la piscina«.
Equísoain reconoce que, a veces, no iría, porque «siempre da cierta pereza empezar a entrenar, pero eso lo acabas venciendo». «Tu tendencia natural a la inactividad la vences de esa manera. Y el deporte te obliga a cuidarte, a regular un poco más tu alimentación y a tener hábitos más saludables. En mi caso, que me gusta la velocidad, también me obliga a ir al gimnasio para conseguir más fuerza. Yo combino dos entrenamientos: en el gimnasio, con Iñaki Domínguez, y los de natación, con Iñaki Sánchez», revela.
En el caso de las personas jubiladas, también dice que el deporte te induce a llevar una vida más sistematizada. «Antes, lo que te marcaba tu rutina era el trabajo, los horarios e incluso las vacaciones. Pero, cuando te jubilas y ya no tienes ninguna regulación, esa situación te lleva a una cierta confusión. Pero si dispones de una serie de actividades organizadas que te ordenan de algún modo tu día a día, eso supone otro aliciente«, subraya.
Por último, pronuncia de palabras de agradecimiento para Anaitasuna: «Anaitasuna es mi club y siempre he estado muy contento en él, tanto con los entrenadores que hemos tenido, como con la directiva. Cuando éramos chavales, antes de que se construyera el pabellón y todas las instalaciones, los directivos nos llevaban a las competiciones en sus propios coches. El nivel de compromiso era muy alto. Que Anaitasuna significa hermandad en euskera tenía sentido, mucho más que ahora, porque todo el mundo hacíamos causa común con la directiva, que siempre nos animaba y se portaba muy bien con nosotros. Ahora, el club ha crecido mucho, por lo que eso sería ya imposible. Anaitasuna me acogió y me trató muy bien, y yo no dejaría este club por ningún otro», concluye.
«Y también estoy muy agradecido a Mario Sánchez, porque estuvo año tras año insistiéndome para que participara. Y ahora me dice que, si le hubiera hecho caso y empezado antes, tendría más medallas», destaca. Y acaba con esta anécdota: «Mi mujer me preguntó una vez hasta cuándo iba a seguir nadando. Y yo le contesté que hasta siempre. Pero a ella le agradezco mucho su apoyo y comprensión».
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