La nueva Hostelería de Anaitasuna presenta sus credenciales: «Trabajaremos por estar a la altura del servicio que merece el club»
Comenzó con el reto del Torneo de Semana Santa de Balonmano Base y ahora se propone ir ampliando los servicios sin que merme la calidad
Desde hace poco más de un mes, la empresa Godo lleva las riendas de la hostelería de Anaitasuna, cuyo servicio se externalizó buscando que la persona socia del club recibiera los mejores trato y calidad posibles, sin que las cifras supusieran después un quebranto para la economía de la sociedad navarra. Pero si algo tiene entre ceja y ceja esta empresa es el respeto y el compromiso de intentar estar a la altura del servicio que merece Anaitasuna.
Con experiencia en el Club de Tenis de Pamplona, Bodegas Otazu o El Sadar, la compañía ha llegado a Anaitasuna con el firme propósito de ofrecer al socio un servicio de máxima calidad, teniendo en cuenta que el precio ha de ser más bajo que el de un local a pie de calle. Esa máxima la tienen clara sus responsables, Javier Górriz, María Lara y Joseba Zabala, que anuncian que, una vez solventado un inicio peliagudo, debido a la celebración del Torneo de Semana Santa de Balonmano Base, ya están avanzando para ampliar la lista de posibilidades gastronómicas que se puedan disfrutar en el club navarro.
Todos ellos reconocen que el inicio fue duro y que hubo cierto miedo en el personal, que se contrarrestó con la máxima ilusión y las ganas que aportaron para embarcarse en este nuevo proyecto. «Esto ha sido una autogestión durante mucho tiempo y se ha hecho bien, aunque los dos últimos años no encajaran del todo. Entrar en un sitio en el que las cosas se han hecho bien durante tanto tiempo da respeto«, afirman. En este sentido, recuerdan que accedieron en un momento muy potente. «Cuando traes a un equipo completo de jefes de cocina, cocineros, encargados… y se llega a un volumen de saturación tan grande en el inicio, es normal que la gente entrara con un poco de miedo. Y eso no es bueno. Pero la parte positiva es que comenzamos con muchísima ilusión y muchísimas ganas», subrayan.
Aunque no son amigos de presumir de los sitios que gestionan, sí que hacen hincapié en que son «un equipo maravilloso, que tiene muchas ganas de trabajar». «El socio ya nos conoce y sabe de dónde venimos. Contamos con una trayectoria y una profesionalidad contrastadas, pero aquí hemos entrado como un equipo nuevo, que llega muy ilusionado», matizan.
En este desembarco, apuntan que lo principal fue la gran conexión que se fraguó entre la Gerencia y la Junta Directiva, ya que hubo que dedicar mucho esfuerzo durante tres meses en cerrar todos los puntos, como la subrogación de la plantilla o la antigüedad del personal. «Se formó una relación de confianza y hemos ido dando pequeños grandes pasos. Durante tres meses, estuvimos negociando nuestra entrada, para que esta fuese lo más positiva posible, ya que somos conscientes de que, en un club, cuando tienes algo que lo gestionas tú mismo, siempre estás poco abierto a que entre gente de fuera a gestionar lo que tú haces con mucho cariño«, expresan.
Ese factor lo tienen muy claro. Y lo resumen con una frase: «Yo no querría entrar a cocinar a tu casa». Eso es lo que les ha sucedido en Anaitasuna, que han entrado en una casa ajena con el objetivo de dar el mejor servicio posible. Y han irrumpido, además, en un momento álgido de trabajo, con más de mil niños que desayunaban, comían y cenaban en el club durante el torneo de balonmano. «Al final, salió bien. Nos dejamos la piel y nos han felicitado mucho. Pero fue estresante, porque entramos con muy poco tiempo de margen y había que preparar cocinas, neveras, congeladores… Quieras o no, cuando llegas a un sitio nuevo, lo ves con los ojos de la novedad y, en cambio, cuando llevas muchos años trabajando en un mismo lugar, sin querer, almacenas las cosas de otra manera. En general, tuvimos que hacer un trabajo de organización y orden, a la par que dábamos servicio», aclaran.
PROMOCIONAR AL EQUIPO
Otro de los aspectos que valoraron a la hora de asumir la gestión de la hostelería de Anaitasuna fue la posibilidad de promocionar a su equipo, para que se enfrentara a nuevos retos y todos fueran desarrollándose profesionalmente. Aunque también matizan que hubieran deseado disponer de más tiempo para prepararse. «El Sadar lo abrimos hace 16 meses y creemos que es bueno que, entre empresa y empresa, haya al menos un año y medio o dos, para que se estructuren bien los cimientos», reflexionan. Pero lo que más les motivó para afrontar el desafío fue que, tras reunirse con las personas que iban a hacerse cargo de la gestión, descubrieron que todas tenían mucha ilusión por formar parte del proyecto.
Aunque aterrizaron en un club que no conocían, sí que contaban con referencias positivas de Anaitasuna. «Además de que conocemos a gente que ha trabajado aquí durante años y que es muy profesional, sabemos que al lado del club está la sede de la Policía Municipal de Pamplona, el Palacio de Justicia, la DYA… Hay muchísimo mercado muy cerca de las instalaciones, lo que permite que se puedan celebrar comidas de 200 o 300 personas. Por tanto, sabíamos que el volumen del proyecto iba a ser potente», añaden.
Una vez pasadas unas semanas de trabajo, desde Godo reconocen que les ha sorprendido la actitud de los socios de la sociedad. «El cliente es maravilloso, porque es muy agradecido, colabora y nos ayuda mucho. Creemos que vamos a tener una relación muy positiva con los socios, y eso es algo que valoramos mucho, ya que, en este tipo de clubes, trabajamos con clientes cautivos, que son siempre los mismos, porque hay muy poca rotación. Desde el minuto uno, la sinergia entre cliente y empresa se ha enganchado como si llevásemos años trabajando aquí», relatan.
Por otro lado, precisan que «las instalaciones son como un Ferrari», con dos cocinas y dos comedores muy bien estructurados. «No estamos acostumbrados a que una infraestructura de este tipo esté tan bien diseñada. Tiene unos años, pero creemos que se ha invertido mucho para que servicios grandes o masivos estén muy bien estructurados. Hay un poco de precariedad en el mobiliario exterior, pero, en general, está todo muy bien», sostienen.
Su meta es que todo fluya de la mejor manera posible, consiguiendo dar el servicio que el socio necesite y estableciendo un entendimiento con él a largo plazo. Por ello, solicitan que las personas socias les comuniquen todas sus críticas y sugerencias, «para que todo funcione bien, estén contentos y esta siga siendo su casa».
PERÍODO DE ADAPTACIÓN
Por ahora, resaltan que se debe ir poco a poco, para que la calidad no se resienta. «Hay que empezar a dar servicio e ir ampliando conforme nos asentemos. Ahora mismo, estamos dando una carta de bocadillos muy amplia, con platos combinados, platos del día… Estamos cubriendo toda esa demanda. El menú, de momento, lo estamos haciendo con una capacidad un poco pequeña, para que la cocina vaya haciéndose y adaptándose. La idea que tenemos es la de, poco a poco, dar el mayor número posibles de menús y que todo el mundo tenga el servicio que necesite. Pero nos tenemos que ir asentado», inciden.
En su lista de prioridades, figura la de que la relación entre la calidad y el precio sea muy favorable, en comparación con lo que se pueda encontrar en el exterior. No obstante, precisan que había algunos precios que estaban muy bajos y que no se podían soportar, pero su intención es que «la calidad-precio sea muy positiva para el socio».
Y como otro punto fundamental, identifican el trato humano del equipo. «Como el cliente es cautivo, el trato que se le dé tiene que ser muy positivo -argumentan-. Si tú vas a un sitio y te tratan mal, no vuelves. Lo que debemos priorizar es que el socio esté contento con nuestro equipo. Además de, obviamente, cuidar la calidad gastronómica. Los camareros son los primeros que están dando la cara y, si tú vas a cualquier bar y el camarero te trata mal, con no volver, está solucionado. Pero si aquí, en tu casa, te tratan mal, tendríamos un problema serio. Por ello, la calidad de nuestro personal tiene que ser siempre muy positiva y educada. Eso es lo que buscamos».
Una veintena de personas trabaja ya en la hostelería de Anaitasuna, que se está preparando ya para el verano, con la finalidad de ofrecer los mismos servicios que se venían trabajando años atrás, pero sin reducir la calidad. «Vamos a intentar cubrir el mayor número de servicios y que los socios estén cuidados del mejor modo posible. La aceptación ha sido muy positiva por su parte en el inicio. Lo malo es que luego esto se olvida y la gente necesita unos estándares de servicios y de calidad. Pero eso, con nosotros, lo van a tener», sentencian.
Comments are closed.