Ander Torriko se lesiona por tercera vez del ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha
Nuevo contratiempo para el central de Helvetia Anaitasuna, que estaba ultimando su vuelta a las pistas
Ander Torriko ya tenía el visto bueno del doctor Jesús Alfaro, de la Clínica San Miguel, para regresar a las pistas. De hecho, estuvo barajando la posibilidad de vestir la camiseta blanquiverde en el Pabellón Anaitasuna el pasado sábado, ante el Club Cisne Balonmano. Sin embargo, los profesionales que le asesoran en la rehabilitación le recomendaron que retrasara un poco más su regreso.
Toda la rehabilitación iba a pedir de boca hasta que, la semana pasada, durante un entrenamiento, recayó en la misma lesión que le ha mantenido apartado de las canchas desde el 27 de marzo del 2021. En un partido contra el Ángel Ximénez Puente Genil, se rompió el ligamento cruzado de su rodilla derecha. Tras pasar por el quirófano, comenzó una recuperación que se iba a alargar hasta el pasado mes de febrero. No obstante, en diciembre del 2021, el central tuvo que volver a ponerse en manos de los médicos y fue intervenido quirúrgicamente de la misma dolencia, después de lesionarse en otro entrenamiento.
Ahora, justo cuando ya estaba acariciando el sueño de volver a pisar como jugador el parqué de la Catedral, el ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha volvió a decir basta. Un día después de esta última lesión, se sometió a una resonancia, en la que se confirmaron todos los malos pronósticos: en esta temporada que acaba de comenzar, tampoco podrá vestir la elástica de Helvetia Anaitasuna.
El central guipuzcoano, de 25 años, llevaba ya dos semanas realizando entrenamientos completos con el equipo y estaba preparado para dar el salto a la competición. Torriko prefiere mirar el lado positivo y darse cuenta de que, hasta los 24 años, no le ocurrió nada. “Cuando estás bien, no valoras esta clase de cosas. Pero, si te toca, te toca. Estamos expuestos a ello. Y más, en el alto rendimiento”, afirma.
El jugador del club navarro explica que, cuando estaba a punto de realizar una de sus fintas clásicas mientras encaraba a un compañero, notó que le fallaba de nuevo la rodilla derecha, en un gesto similar al que sintió durante el fatídico partico en Puente Genil, aunque no tan brusco.
Al día siguiente, siendo consciente de que volvía a ser la plastia, se sometió a una resonancia. “Pudimos compararla con la que me había hecho dos semanas atrás. Alfaro ya me había dicho que podía regresar a las pistas, pero, para corroborarlo, me hice una resonancia. En ella, salió que tenía la plastia muy bien. No obstante, poco después, me volví a lesionar”, cuenta.
Torriko sabe que no puede obtener una explicación concisa de lo que ha sucedido, ya que, en las lesiones de rodilla, intervienen múltiples factores. “Lo que sí tengo muy claro es que la rehabilitación había ido viento en popa. De hecho, la acción en la que me lesioné la había hecho mil millones de veces durante la rehabilitación, por lo que no me entra en la cabeza. Desde el principio, he seguido todos los pasos que me han dado. Y lo más duro es que, las dos veces, me he lesionado sin haber podido jugar ni un minuto. Me ha ocurrido a los ocho meses y a los ocho meses y medio, que son tiempos relativamente largos como para que al tendón no le pase nada”, apunta.
DE NUEVO AL QUIRÓFANO
El jugador de Helvetia Anaitasuna viajó la semana pasada a Vitoria, donde se sometió a una prueba de una máquina que mide el desplazamiento anterior que hay de la tibia al fémur. La diferencia entre la pierna mala y la buena es bastante significativa, según comenta. “Me dijeron cómo podía ser la operación, pero estoy bastante convencido de que tendré que volver a pasar por el quirófano. Ahora estoy barajando ir a Madrid, para consultarlo con otro médico. Pero, en principio, la idea es operarme de nuevo”, anuncia.
Tras ese paso, el central avisa de que se tomará con mucha más calma la rehabilitación: “Tengo muy claro que tengo 25 años, que la rodilla, por suerte y tras dos operaciones, la tengo bien, con buena forma, en buen estado, con muy poca pérdida de movilidad… Mi intención es volver a hacer una rehabilitación muy buena. La voy a hacer como si quisiese jugar de nuevo. Porque esa es la intención”, sostiene.
La palabra que más resuena ahora en su cabeza es frustración. “Me duele mucho no poder estar compitiendo y haciendo lo que más me gusta. Y me fastidia mucho no estar ayudando al equipo. Sé que el perjudicado número uno soy yo, pero, después de llevar tanto tiempo fuera y sabiendo que quedaba tan poco para juntarme con mis compañeros en la pista, me disgusta muchísimo volver a cerrar un año en blanco”, sentencia.
“UN GOLPE DURÍSIMO”
Para su entrenador, Quique Domínguez, se trata de un golpe durísimo para todos. “Por supuesto –comenta-, en primer lugar, para Ander, que ya veía muy cerca su vuelta a las canchas de balonmano; pero también para todos los demás, que lo acompañábamos y le animábamos en su recuperación, y que teníamos muchas ganas de verle reaparecer y muchísima ilusión por verle disfrutar jugando”.
En este sentido, añade que “el golpe es de los que te hacen tambalear y, desde que el viernes supimos el alcance de la lesión, la frustración y la tristeza son muy grandes. Todos en el equipo lo hemos acusado, pero continuaremos a su lado y le seguiremos acompañando, más si cabe tras lo ocurrido”.
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