Hoy conocemos a…: Patxi Osinaga, impulsor del pádel en sus inicios en Anaitasuna: «No habrá un deporte tan socializador»
Cuando ponía fin a su etapa en el fútbol sala, descubrió este mundo, del que cuenta que le «abrió el cielo» para seguir practicando deporte
«Yo no tenía conocimiento alguno de la existencia del pádel, pero en Anaitasuna nos construyeron una pista en las alturas y, cuando subíamos de jugar al fútbol sala, nos empezamos a interesar por lo que hacían allí. Al final, nos acabamos comprando unas palas para probar y jugar algunos partidos. Así lo descubrimos». Con esta frase relata Patxi Osinaga Lesaca (Pamplona, 07-08-1966) sus comienzos en el mundo del pádel en la S.C.D.R. Anaitasuna.
Después vendrían su incursión en el liderazgo de la sección, el crecimiento de este deporte en el club, la organización de multitud de torneos y campeonatos, su participación por Navarra en el Campeonato de España de Veteranos, su tercer puesto en el Campeonato Navarro… Pero siempre se refiere a ellos con palabras de humildad. De hecho, remarca que fueron Iosu Mateo y Miguel Ángel Erice quienes crearon desde cero la sección en el 2002, el mismo año en el que él recaló en el pádel.
«Recuerdo que las primeras impresiones fueron geniales, puesto que es un deporte que no es nada exigente físicamente, pero que es muy divertido. Es como jugar al mus«, ríe. En ese momento, con 34 años, apunta que se comían la pista: «Se nos quedaba pequeña. Jugábamos tres partidos seguidos si hacía falta».
Esa energía que describe era la misma que podía aplicar al fútbol sala, pero allí veía que las nuevas generaciones venían pisando fuerte. Explica que se dio cuenta de que sus años buenos allí estaban tocando a su fin, por lo que se acercó al pádel. Cinco años después, competía por Navarra en el Campeonato de España de Veteranos.
Osinaga le resta importancia: «El pádel estaba empezando entonces en Pamplona y no había grandes rivales a mi alrededor, por lo que no fue un gran mérito que me seleccionaran. Quedamos por la mitad de la clasificación (en el equipo, estaban también otros dos miembros de Anaitasuna), ya que había autonomías que llevaban compitiendo muchos más años que nosotros, y eso se notaba». Sin embargo, para él, la experiencia fue estupenda. «Estuvimos una semana en Sevilla y, para mí, fue como unos juegos olímpicos. Por la mañana, jugábamos los partidos y, por la tarde, salíamos a conocer la ciudad. Lo recuerdo como un acontecimiento que me gustó bastante. De hecho, fue la única vez que me seleccionaron», expone.
TORNEOS SOCIALES
De su labor al frente de la sección (estuvo más de cinco años como delegado, desde el 2005), subraya que comenzaron organizando rankings mensuales, aunque los participantes no se involucraban demasiado ni eran muy formales en las disputas de los partidos. Por ello, siguiendo la estela de la Federación Navarra de Pádel, se lanzaron a realizar campeonatos con fechas y horas marcadas, jugando uno en junio y otro en Navidad. Esos torneos sociales fueron creciendo, e incluso se vieron acompañados por dos más: uno en Semana Santa y otro en otoño.
Asimismo, creó para los meses de enero un triangular con el que dar empuje a la participación femenina que comenzaba en el pádel. «Teníamos a un grupo de chicas que estaban empezando y que, por lo tanto, aún no tenían el suficiente nivel para competir. Pero las pusimos a jugar partidos contra el C.D. Amaya y el Club de Natación. En ese momento, solo teníamos una pista, así que tampoco podíamos crear grandes eventos», dice. De esa única pista, se pasó después a contar con otra exterior, de la que Osinaga precisa que era una maravilla: «Era preciosa, porque estaba al aire libre y teníamos el monte San Cristóbal de fondo. Pero también era como un dolor de muelas, porque quedabas y, si llovía, no podías jugar», bromea.
Si echa la vista atrás, se enorgullece de la cantidad de personas que entraron en la sección (ahora mismo, la forman 44 mujeres, 38 hombres, 19 menores, 14 veteranas y 11 veteranos), pese a que, de nuevo, rebaja la trascendencia de su labor. «No sé si fue mérito mío, sino del deporte en sí, porque es muy sencillo de practicar. Yo creo que la gente se acercaba porque lo veía y le gustaba», cuenta. En ese sentido, precisa que, tal y como le sucedió a él, también pudo haber otras personas que vieran que, al terminar su etapa más intensa en otros deportes, hallaran en el pádel el camino para seguir ejercitándose. «A mí, se me abrió el cielo, porque no exige mucho y, además, es muy social y entretenido. De no haberlo descubierto, casi seguro que hubiera abandonado el deporte o lo hubiera dejado bastante de lado», declara.
Por fortuna, no lo hizo. Y, por ello, vivió momentos tan especiales como aquel partido del año 2010 en el que obtuvieron el tercer puesto en el Campeonato Navarro Absoluto. «Fue impresionante, porque el tercer puesto era lo máximo a lo que podíamos aspirar, ya que había dos clubes, el Club de Tenis y el de Itaroa, que contaban con jugadores profesionales y que, por lo tanto, eran inalcanzables», afirma. En ese duelo, jugaban cinco parejas de Anaitasuna contra cinco del Club de Natación, «nuestro súper rival». «Íbamos 2-2 y yo competí junto con Xabi Gorostidi. Fue una alegría impresionante cuando ganamos ese encuentro definitivo para colgarnos la medalla de bronce», rememora.
MONITOR Y ENTRENADOR
El aguijón del pádel le pinchó tan profundo a este administrativo pamplonés que hasta se sacó el título de monitor y, después, el de entrenador. Remarca con orgullo que, en esa época, recibió clases de Ramiro Choya, que hoy en día es un entrenador de élite. Según la experiencia que ha acumulado en todos estos años, se trata de un deporte de cabeza, que te pide paciencia e inteligencia. «Es un juego de veteranos, de listos… Mucha gente quiere terminar rápidamente el punto y ganarlo nada más empezar, pero eso es un error; hay que tener paciencia hasta que encuentres la ocasión idónea», manifiesta.
Y si se le pregunta por lo que le aporta en su vida, Osinaga lo tiene claro: «El pádel es un deporte que sirve muchísimo para socializar». «Conoces a un montón de gente, te apuntas a numerosos campeonatos, haces amigos y enemigos… Se crea un gran ambiente, con gente asistiendo a las finales, viendo vídeos en YouTube, enterándote de qué hacen los demás… Creo que no habrá un deporte tan socializador», concluye.
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